Iván Castelló, un gladiador en el Coliseo del Saladar.
Máximo Décimo Meridio decía que lo que hacemos en la vida tiene su eco en la eternidad. No sé si será cierta esta afirmación del valiente gladiador del Coliseo romano, pero de lo que sí tengo certeza es de que el triunfo de Iván Castelló en el Coliseo tenístico del Saladar, dentro del circuito Jordytour, permanecerá en su memoria para siempre.
Iván Castelló llegó muy cansado a la final del torneo tras victorias épicas frente a Diego Medina, José Marín, Raúl Camacho y Matías Uribes. Tenía dos opciones frente a la final: o bajar los brazos, o enfrentarse a un nuevo reto con todas las fuerzas y energías que le quedaban. Esto último es lo que hizo.
Siempre he dicho que Iván Castelló es de los que siguen corriendo cuando les tiemblan las piernas. Los que siguen jugando cuando se acaba el aire. Los que siguen luchando cuando todo parece perdido, como si cada vez fuera la última vez. Convencidos de que la vida misma es un desafío. Sufren, pero no se quejan.
Porque saben que el dolor pasa. El sudor se seca. El cansancio termina. Pero hay algo que nunca desaparecerá: la satisfacción de haberlo logrado.
Y ahora, cuando escribo estas letras, me imagino a Iván Castelló en la piscina de su casa, con los músculos aún doloridos y con su mente aún agotada tras la tensión emocional del partido, pero también con un trofeo en su vitrina.
Y cuando Iván Castelló sea un anciantito y contemple ese trofeo de su vitrina, se acordará de una mañana calurosa de agosto del lejano año 2014, cuando se dirigió en el coche de su madre al Coliseo del Saladar, cuando acompañado por su entrenador y apoyado por sus abuelos en la cercanía de la pista y por su padre desde la lejanía del trabajo, fue un luchador infatigable que se sobrepuso a todo tipo de dificultades. Quizás Máximo Décimo Meridio al final tenga razón y lo que hacemos en la vida tenga su eco en la eternidad. Si es así, Iván Castelló, cuando sea ese ancianito del que hablamos y esté a punto de desaparecer de esta vida, mirará hacia atrás y se sonreirá porque sabrá que tendrá un lugar en el Olimpo de los héroes inmortales.
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Iván Castelló recibe el trofeo de campeón del Jordytour de Saladar de manos de Jorge Camps, director del torneo.
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La final con el tenista canario Marcos Suárez fue muy intensa y se decidió en un dramático super tie-break final.
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Iván Castelló, un gladiador en el Coliseo del Saladar.
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